Lo
cierto es que veo el cielo lleno de humo de carbón y siento olor a carne. Me fastidia. Los
periodistas hacen notas que dan cuenta de una crisis irreversible de la
educación, la comunicación, y el absurdo que tiene en si mismo justificar el
sentido de la vida a costa de un trabajo y una remuneración.
¿Salió de vacaciones?
Sí
¿Quiere descansar?
Sí
¿Disfrutando el 18
entonces, en familia?
Claro, disfrutándolo.
¿Y el domingo de regreso
no muy tarde para que no tenga taco no?
Si tempranito, el lunes
como lechuga.
Bueno
con algo más de talento, un “litle
Nicanor”.
Lo cierto es que esta fecha representa una oportunidad irrenunciable
para este blok.
¿Qué
sentido tiene la trama de nuestra vida, sacando todo el inmenso escenario de
ofertas profundamente promovidas y justificadas en cosas tan sencillas y poco aterrizadas
como el cumpleaños de la patria?
No
sería mejor realizar una clase abierta de historia de chile en las plazas de
nuestras comunas. No sería mejor brindarles un momento de luz a nuestros
profesores de historia. No sería más interesante que el ministerio de educación
se conectará con el de cultura y realizarán una exposición de la historia de la
celebración en chile.
En
fin.
¿Que
nos deja, además de muertos animales y
humanos, este periodo de tiempo no productivo?
Lo
que más me motiva es llegar a ese punto. El ocio.
Este concepto debería
revelarnos el misterioso ser que somos y no lanzarnos al consumo ansioso. El
ocio es dinero que se pierde, es identidad que se observa, es habilidad negada
que se despliega. Es descanso activo, afecto.
El
ocio es un atentado contra el productor que hemos diseñado forzosamente para
dejar al hombre con sus pensamientos libres ahí dibujando en el derroche del
tiempo. El hombre que redescubre el lenguaje y se hace conciente del entorno,
se cuida y cuida su lugar confortable ahora. El descanso y el deliberado tiempo
para acudir a las necesidades genuinas.
¿Cuáles serían?
Generar
preguntas, perdonar, y relanzarse al espacio (hogar, cuarto, plaza, calle playa) sin miedo a perder.
Bailar,
cantar, pintar, escribir, componer, actuar y registrar.
Feliz
18 de septiembre: no a la guerra, no a la automutilación, no al despach en directo, si a la acción conciente,
como una cadena que no termina, y
termina por volver en forma afectiva hacia nosotros.
Así
como promueven el miedo, promueven la acción para olvidar y volver a tener
miedo. Un círculo perfecto.
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